Me Entiendo Mejor – Psicóloga para adultos con tdah, autismo, ansiedad y depresion

La mayoría de la información sobre TDAH y su relación con la nutrición usualmente se encuentra enfocada en niños o en la prevención del TDAH en sí. Sin embargo, ¿qué sucede con los adolescentes y adultos que ya tienen el diagnóstico? Aquí les traigo un poco de información sobre la nutrición y por qué su relación con el TDAH es más importante de lo que uno cree.

La nutrición es considerada uno de los factores modificables más efectivos y cumple con un papel fundamental en los sínitomas neurológicos y comportamentales del ser humano. Es tan efectiva, que es una de las formas más económicas de notar cambios positivos respecto al TDAH, y una de las formas más seguras también.

Algo interesante sobre las personas con TDAH es que les encantan las comidas crunchy, es decir, crujientes, que hagan ruido, que hagan trabajar la mandíbula. Esto ocure debido a algo que se llama “input propioceptivo”. Suena complicado, pero no lo es. Básicamente, la propiocepción es la habilidad de cuerpo para saber dónde está en el espacio. Esto permite saber, por ejemplo, que si estiramos el brazo nos golpearíamos con la pared o cuánto alzar el pie para subir por las escaleras. Como ya te imaginas, esto no funciona tan bien en adultos con TDAH, por lo cual una ayuda en la propiocepción provee de calma y seguridad.

Ahora, la comida crujiente provee esta propiocepción por medio de nuestra mandíbula. Esta acción estimula el sistema nervioso y permite que se mejore la concentración y el procesamiento sensorial, ya que el masticar algo crujiente crea vibraciones que viajan por la mandíbula hacia el oído medio, estimulando el sistema vestibular (lo que nos da estabilidad).

Aún no existen muchas investigaciones respecto a ello, pero ciertos estudios preliminares sugieren que este input que viene de comida crujiente puede tener un impacto positivo en la atención y concentración. Algunos ejemplos de comida crujiente saludables son verduras crudas como zanahorias, pepinillo, apio, etc., frutos secos (mis favoritos son los maníes orientales, ¡extra crunch!), semillas, manzana, galletas integrales, etc. Intenta darte un snack con uno de ellos la próxima vez que debas concentrarte.

¿No es más fácil abrir una bolsa de papitas y acompañarla de una gaseosa? De ser más fácil, lo es; sin embargo, las bebidas gasificadas, azúcares simples, cereales refinados, grasas no saludables, carnes procesadas, frituras y sal pueden afectar negativamente los procesos biológicos relevantes para la función cerebral, como el posible aumento de la neuroinflamación. Si bien el azúcar muchas veces ayuda a tener un subidón de energía, esta energía se acaba muy rápido y es común terminar exhausto, a pesar de que hacía poco tiempo uno tenía energía para continuar.

Así que, si eres un adulto con TDAH (o crees tenerlo o conoces a alguno), hay dos grupos de comida a los que debes prestar atención: omega-3 y minerales.

Por un lado, omega-3, en particular el DHA, son componentes esenciales de las membranas celulares cerebrales y participan en la función de los neurotransmisores. Puede encontrarse en el salmón, sardinas, caballa, lácteos fortificados con DHA o, para los vegetarianos/veganos, aceite de algas.

Por otro lado, los alimentos ricos en minerales como zinc, magnesio y hierro, como carnes magras (carnes con poca grasa), aves, pescado, legumbres, frutos secos, semillas y verduras de hoja verde también son de alta importancia. Estos minerales son cruciales para las enzimas implicadas en la función cerebral y la síntesis de neurotransmisores.

Así que la próxima vez que te cueste concentrarte, antes de culparte o resignarte, pregúntate: ¿qué le he dado hoy a mi cerebro para trabajar? A veces no es falta de voluntad, sino falta de un snack super crujiente. Comer con intención no tiene que ser aburrido ni complicado, pero sí puede marcar una diferencia brutal en cómo te sientes, cómo piensas y cómo funcionas. Tu atención no es floja: quizá solo tiene hambre.

 

 

 

Fuentes

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Shareghfarid, E., Sangsefidi, Z. S., Salehi-Abargouei, A., & Hosseinzadeh, M. (2020). Empirically derived dietary patterns and food groups intake in relation with Attention Deficit/Hyperactivity Disorder (ADHD): A systematic review and meta-analysis. Clinical Nutrition ESPEN, 36, 28–35. https://doi.org/10.1016/j.clnesp.2019.10.013 

Verlaet, A. A. J., Noriega, D. B., Hermans, N., & Savelkoul, H. F. J. (2014). Nutrition, immunological mechanisms and dietary immunomodulation in ADHD. European Child & Adolescent Psychiatry, 23(7), 519–529. https://doi.org/10.1007/s00787-014-0522-2 

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